Día 8 del Intercambio: Solidaridad en acción

Ayer tuvimos un día entero de oradoras inspiradoras, y para ver en acción algunos de los conceptos que compartieron, visitamos la comunidad de La Puya, quienes cumplen siete años de mantener un bloqueo permanente para frenar a una mina de oro propiedad de EE. UU. en su territorio. Desde el 2 de marzo de 2012, la comunidad ha estado defendiendo activamente la vida, el agua y su tierra. Está ubicada entre dos municipalidades —una que es indígena y otra que es mestiza— y han desarrollado una fuerte alianza, con la comunidad mestiza adoptando la cosmovisión maya como parte crucial de su trabajo.

A través de un fuerte liderazgo, la solidaridad internacional y un astuto trabajo con los medios, la comunidad ha atraído mucha atención. Su dedicada líder galardonada a nivel internacional, Miriam Pixtún, nos invitó a compartir más sobre la historia de la resistencia y las estrategias que utilizan. Es un esfuerzo intergeneracional donde participan adultos mayores, personas jóvenes y niños. Por medio de Keme Producciones, los jóvenes realizaron un video corto que nos mostraron, “Somos Semillas”, que protagonizan los niños de la comunidad contando porqué tienen el derecho a protestar y por lo que están luchando. Uno de los niños más pequeños en el video dice, “Yo quiero un futuro libre”.

Frente a la Resistencia y resiliencia de la comunidad, la compañía minera y el gobierno guatemalteco se han enfrascado en una campaña de agresión activa, criminalización, difamación y estigmatización. Las personas activistas de La Puya tienen claro que su resistencia no es violenta y Miriam nos contó que se prepararon con talleres y viendo videos de líderes no violentos como Mahatma Gandhi. Saben que están siendo provocados deliberadamente para justificar una respuesta violenta de parte de la policía y las fuerzas de seguridad. En cambio, cantan himnos y canciones y suenan las campanas de la iglesia. Las mujeres son líderes clave en el movimiento, y se ponen estratégicamente al frente, agarradas de las manos, cuando llegan las fuerzas de seguridad para mostrar la fuerza de su no violencia y porque saben que los hombres tienen más probabilidad de ser detenidos.

El riesgo que todos corren es muy serio. Tres miembros han sido condenados a nueve años de prisión por crímenes que no cometieron, cientos de miles de dólares en multas han sido impuestos, un líder fue baleado y varios han sido lesionados. En acciones de guerra psicológica, helicópteros lanzan hojas al pueblo con amenazas y acoso para desalentar a las personas de participar. Pero tienen muy claro el propósito de su trabajo. “Esto no es solo sobre La Puya o tan siquiera Guatemala. La humanidad en general corre riesgo”.

Como parte de nuestra visita, llevaron a cabo un círculo de mujeres junto con nosotras para discutir asuntos de género. Por la urgencia, se pone a trabajar a cualquiera que se presente para apoyar la resistencia sin importar su género. Esto ha creado una “equidad nacida de la necesidad”. Una miembro de la comunidad nos contó que a pesar de que ella tiene mucho que hacer para cuidar de la casa y la familia, participa porque ha aprendido un montón a través de la resistencia. “El aprendizaje nos nutre. He aprendido a cuestionar las cosas. Eso me ayuda a crecer como persona”.
El patriarcado es utilizado como herramienta para crear divisiones dentro de la comunidad, denunciando a las mujeres que participan de ser putas y a los hombres se les critica por no ser capaces de controlar a sus esposas. El fuerte impacto ha creado la necesidad de prácticas de sanación. Las oraciones, ceremonias y energía espiritual son cruciales y se aseguran de que los niños tengan tiempo para jugar. Han notado que hay menos probabilidad de que vayan los hombres a las sesiones de sanación y los talleres y no están teniendo acceso al mismo nivel de apoyo psicológico, “sus heridas siguen abiertas”. También le hicieron un llamado a las mujeres a ver su lucha compartida, “tenemos que parar de juzgarnos tanto entre nosotras”.

Luego del círculo de mujeres conducimos a ver el pozo de relaves de la mina, una enorme estructura cavada en la tierra y llena de agua contaminada. La comunidad tiene claro que tiene derecho a defender su territorio y que dependen de la tierra y el agua para su supervivencia. Están usando todas las estrategias que pueden, sea el bloqueo permanente, los medios y estrategias legales como probar que la compañía no tenía los permisos apropiados y no consultaron a la comunidad con antelación. No mostraron señales de aflojar a pesar de que no se ve ninguna resolución en el horizonte, “tenemos que continuar quizás por el resto de nuestras vidas; sabemos cuando empezó, pero no sabemos cuándo va a terminar”.

Cuando preguntamos de dónde sacan la fuerza para continuar, Miriam respondió, “nuestras abuelas, que no sabían cómo leer o escribir, defendieron esta tierra. Nosotras sabemos leer y escribir y no vamos a rendirnos tan fácilmente”.